Antes de que los primeros rayos de sol tiñan de dorado el Estrecho del Bósforo las calles de Estambul ya son un hervidero de gente. Por todas partes afloran comerciantes, pescadores, marineros… Pero es que esta actividad ni siquiera cesa cuando llega la noche ya que la ciudad es tomada por el moderneo turco y por los -inamovibles- vendedores de castañas, dulces y pescado asado. Para quien no esté acostumbrado, semejante torbellino humano puede ser algo axfixiante. En nuestra opinión, sin embargo, es aquí donde se encuentra la mayor belleza de Estambul, ese gran espejo poliédrico que nos devuelve miles de rostros en cada mirada.
Entre tradición y modernidad
Barrio de Beyoğlu, 20:30. Las calles de este distrito del lado europeo empiezan a abarrotarse de gente que entra y sale de las pequeñas cafeterías bohemias. Los focos de la Torre de Gálata iluminan las decenas de terrazas que pueblan el empedrado de las calles y plazoletas. A pesar del frío inhumano y el viento, casi todas las mesas están llenas. Cuna de intelectuales, escritores y élite política estambulita, Beyoğlu es sinónimo de cosmopolitismo y fusión histórica.
Toda esta modernidad desaparece al cruzar el puente de Gálata y entrar en el otro lado europeo. Los antiguos distritos de Fatih y Eminönü han sido repoblados con inmigrantes del interior de Turquía que mantienen sus costumbres y viven muy de cerca la religión. Por sus calles se ven a menudo mujeres cubiertas por niqabs (velo islámico que cubre toda la cabeza excepto los ojos), siempre acompañadas por hombres o formando grupos.
Bazares, tiendas y puestos callejeros
Ser turista en Estambul tiene un peligro añadido: sus miles de tiendecitas, bazares y puestos ambulantes intentarán atraparte a base de llamativos colores y olores exóticos. Pero por si esto no fuera suficiente, las tropas de vendedores estambulitas os seguirán -y perseguirán- hasta ser lo bastante persuasivos como para que acabéis comprando algo. Al fin y al cabo, casi tres milenios de historia les avalan como comerciantes de tés, especias, alfombras, aceite de rosas y esponjas del Mar Negro.
Un mundo de hombres
A pesar de las políticas igualitarias instauradas durante el siglo XX los hombres siguen dominando el panorama social de Estambul: son los dueños, administradores y dependientes de la mayoría de los negocios y los auténticos protagonistas de la vida pública.
Bon voyage!
Escrito por: Elena González Castillo.