Soy tu palabra contra ti; vérsame.

Eres mis ganas de no matar,
pero te ahogo cada vez que me miras con los ojos llenos de lágrimas,
buscando una pregunta para todas las respuestas que yo no sé pronunciar.
He memorizado las veces que gritas antes de ahorcarte con mis suspiros,
y aún me sigo asustando cuando te tiembla el pulso y me sostienes,
entre abismos y saltos,
la mirada.

Y yo no puedo parar la inercia de dejarme caer en tus precipicios.

Eres mis ganas de no morir,
pero me matas cada vez que susurras un adiós seguido de mi nombre,
y te despides con los labios secos de tanto intentar correr en contra del viento,
que son mis malas costumbres;
que son todas las veces que no te he dicho te quiero
por miedo a perderme en tu lengua
cada vez que me respondes un no me voy a ir de aquí.

Eres mis ganas de no saltar,
pero me empujas cada vez que te digo las verdades en la calma
y tú me apuñalas el pecho manchándote las manos de invierno,
lamiéndome las heridas por la espalda,
como queriendo quitarte un peso de encima
mientras te dejas caer muerta en mí.

Y no sabemos dónde caernos vivas.

Eres mis ganas de no huir,
pero salgo corriendo cada vez que quieres echar raíces
trayéndome flores que huelen a dudas
y que no son las mismas que las de tu vestido rosa.
(Estás tan guapa con él,
que la primavera te envidia escondida en el mes de mayo
siempre que lo llevas).
El mismo que te quito cuando te leo lo que no te escribo,
y tú lloras, esperando que yo sepa cómo deshacerte el nudo de la garganta,
y aún, a veces, no soy capaz de soltar los cordones de mis zapatos
para echar a volar cuando me tiras piedras,
y te ríes,
sonando la carcajada en mi boca.

Pero sigues siendo la única que me salva
cada vez que me coges de la mano y tarareas alguna canción,
y me susurras, flojito,
que te dé mis miedos, que a ti no te quedan
porque se te olvidan
en la cama
todas las veces que vienes a sacarme a mí
de la mía.

Y, entonces,
sigues alimentando mis ganas de vivir
viviéndote.

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Cristina Pérez

Cristina Pérez

Más que pájaros, tengo un campo de minas en la cabeza.

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