Distante pero cerca regresas en la noche
cuando ya nada más que tú me importa
cuando mi corazón te echa de menos hasta que duele.
Se queja la tierra de mi lamento de océano
y este amor, claridad vital en horas de muerte,
tirita de frío en mi sangre desterrada
como si preparara un viaje hacia ningún cuerpo
porque no encuentro el tuyo.
Se quebró el escudo que forjamos.
Un solo beso dejó de ser suficiente.
Entonces temblamos un segundo…
y ya está.
Parecía que la ruina
aguardaba su ocasión de hacernos pedazos.
Me lo han arrebatado todo.
Dos mil kilómetros
tres mares
dos países
y el frío glacial que separa los planetas,
pretenden robarme la promesa que me hiciste
cuando un corazón a solas pidió un poco de esperanza.
¿Puede la distancia derrocar el estatuto del fuego?
¿La vibración de dos cuerpos?
¿El impulso de nuestra sangre reencontrada?
No lo sé.
Y la duda
se va comiendo fragmentos de mi alma.
«Son solo nueve meses» dijiste;
pero no nos queda tanto tiempo.
Miro las agujas del reloj y cierro los ojos pensando
«un segundo más ya es un segundo menos»
Tú sabes
que tanto como si aún estuvieras conmigo
te sigo queriendo,
consciente de mi perdición pero consciente
de que eso último
no nos lo puede arrebatar nadie…
Autor del poema: Luis Escavy
