El arte como artificio de sí mismo

Hace poco me descubrieron la historia de Vivian Maier, y desde entonces no he podido parar de pensar en ella, tanto que ha movido todos los esquemas que tenía sobre el arte y en particular sobre la fotografía y el cine. Un antes y un después.

Cuando se estudia Cine y Filosofía lo que menos suenan son los pequeños nombres. Te das cuenta de repente que la Universidad está demasiado teñida de academicismo, de estudiar esos grandes relatos (tienes que leer Crimen y Castigo), esos grandes autores que marcaron un antes y un después (no sabes lo que es la vida si no lees a Dostoievski, no sabes lo que es el cine si no te empapas de Hitchcock y acabas viendo pájaros por todos lados). La Historia siempre fue demasiado larga.

A mi particularmente me sacaban de aquellos nombres aburridos las genialidades de autores que nada tenían que ver con lo demás. Entonces en mi cabeza hice una selección entre los inspiradores dignos de mi estantería y tiempo y los otros. Me encantaba Nietzsche por su extravagancia, Dalí por su narcisismo, Bukoswki por su crueldad, Allen por su sintomatología del consumismo, Godard por su política, Haneke por su mirada. Todo lleno de todo, todo lleno de los demás. ¿pero donde queda espacio para la reflexión individual, donde queda espacio para ser original, dejar las referencias al pasado de lado, y buscar un camino propio? Hace unos meses me daba cuenta de lo difícil que era hoy en día ser un gran genio, de esos que te ponen altares en los libros de Ciencias Sociales, o en su defecto ser uno mismo. Casi todo estaba inventado, o al menos, informado de ello. Era el peso del tiempo sobre mi espalda, la crueldad del navajazo de la información, quizá mi reticencia a Internet y su vertiginosa velocidad, quizá por mi no saber comunicarme, o por guardar siempre la gran parte de mi, para nadie. Mi conciencia susurra “no es digno de tal ejemplo de la Historia”.

Tenía planes entre las dudas. Ahora tengo dudas por dudas, y sobre todo, la sensación del vacío posmoderno, del intentar averiguar hacia dónde cojones vamos (supongo que porque como estudiante de Filosofía lo primero que aprendes es a admirar la existencia, y preguntarte el por qué).

En este punto de la historia, o de la semana, y gracias a Maier, me he dado cuenta de algo que ya sabía, pero que de repente tenía más sentido: El arte es una búsqueda constante de sí mismo, es la forma de construirse en el tiempo, y de fondo (a mi también me ha costado admitirlo) un mero narcisismo. Es presuponer que lo que tu dices tiene importancia en el mundo, es querer dejar huella por tu paso, aunque sólo los cobardes desean pasar desapercibidos. Pero hay artes que no son mostradas, hay artes que se quedan encerrados en baúles, amontonados por las dunas, recubiertos por retales de piel que encierran siempre otro yo, que no sabemos hasta qué punto es nuestro. Aunque también hay artes que desbordan por sí solos, y hay otros que simplemente son formas de ser. Y en el fondo el arte es artificio de ti mismo, el que-hacerse continuo.

En un mundo extracomunicable, hiperinformado, sobresaturado de palabras extravagantes, y de hechos inéditos como el hacerse un tatuaje de una herida, encontré a alguien que no quería sobresalir. Vivian Maier. Ella era consciente de que el arte es una forma de ser inevitable, supongo que ella sabía que se le daba bien. Pero ¿por qué no sacarlo a la luz? Una lección: a veces el arte y el individualismo supera las fronteras del exceso. Como esa gente que habla y habla y no dice nada. Hay que saber hasta qué punto el arte es arte en la era postestética y no dejarse llevar por la frivolidad del instante y los medios de comunicación. No sé si fue un acto de humildad, creo que el arte no entiende de este tipo de reticencias, tampoco hagáis caso al que se nombra artista por encima de su arte. En el fondo se es, o no. Ella lo era, y se llevó a su tumba esa pregunta, como muchos otros antes que ella.

Foto de Vivian Maier | © Vivian Maier/Maloof Collection
Foto de Vivian Maier | © Vivian Maier/Maloof Collection

Os dejo que el gran Antonio Muñoz Molina os relate su historia (porque nadie lo podría haber hecho mejor): En busca de Vivian Maier (El País).

Vivian Maier se llevó su secreto a la tumba, pero dejó más pistas que nadie sobre su identidad escondida. Dejó más de cien mil negativos fotográficos tomados a lo largo de más de cuarenta años y no revelados nunca (…). Dejó recuerdos variados y contradictorios en las familias para las que había trabajado como cuidadora de niños durante unos cuarenta años, en Nueva York y sobre todo en Chicago (…). Parecía no tener familia y carecer por completo de otra vida que no fuera la que dedicaba a su trabajo. Siempre salía llevando al cuello su cámara de fotos, que era un rasgo de su presencia personal (…). – (Antonio Muñoz Molina, En busca de Vivian Maier, El País)

Fotografía de Vivian Maier
Fotografía de Vivian Maier | © Vivian Maier/Maloof Collection

El secreto de Vivian Maier es doble, porque no se sabe qué la impulsaba a tomar fotos sin cesar ni cuál fue su formación, pero tampoco se sabe por qué eligió mantener secreta una afición que le importaba tanto y para la que tenía tanto talento. –  (Antonio Muñoz Molina, En busca de Vivian Maier, El País)

Fotografía de Vivian Maier
Fotografía de Vivian Maier | © Vivian Maier/Maloof Collection

Vivian Maier era el resumen de toda la gran fotografía americana del siglo XX. –  (Antonio Muñoz Molina, En busca de Vivian Maier, El País)

Fotografía de Vivian Maier
Fotografía de Vivian Maier | © Vivian Maier/Maloof Collection

COMPARTIR EN:

Paula López Montero

Paula López Montero

Nací en 1993, lo demás es historia

Sigue la cultura

Suscríbete a nuestra newsletter para estar a la última en las noticias culturales de dafy.magazine

logo_iso_dafy_magazine_2022

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más entradas

Cultivarte

Interstellar

Quizá hoy tengamos entre manos una de las películas más brillantes que se han hecho en Hollywood en los últimos

Leer más »