10 preguntas a Victoria Ash

¿Cuándo empezó tu vida a girar en torno a la poesía?

Creo que no hubo un “cuándo” sino un “cómo”. Cómo necesito expresar lo que siento. Escribir, para mí, ha sido siempre una forma de liberarme, de entender(me), de salvarme. El primer contacto con la escritura lo tuve siendo muy pequeña. Supongo que asumí que hay palabras y personas que duelen y que es mejor no hablar de ello en voz alta por si hieres a quienes quieres. Un error de una niña inocente intentando proteger a los suyos. Sin embargo, encontrar ese espacio en mi libreta, ese diálogo interior, creo que influyó en mi sensibilidad, en mi madurez y en conocerme a mí misma. De algún modo, también me llevó a la poesía. En la adolescencia, ya ésta se impuso sobre la prosa. Aunque también escribo relatos y otros formatos, la poesía, para mí, es instinto de supervivencia. Por eso gira todo en torno a ella, porque es volcar lo que tienes dentro y “curarte”. Porque es vida.

¿Cómo es tu proceso de creación?

Muy sencillo: siento y escribo. Todo lo que se salga de eso, deja de ser auténtico. No quiero nada que no nazca de dentro, que no sea verdadero. Lo que escribo puede haberme pasado a mí o nacer de lo que otros me inspiren o de una canción u otra forma de arte, pero siempre ha de venir de dentro.

¿Qué te ha supuesto la publicación de tu poemario La culpa es de la musas [Lapsus Calami, 2015]?

Personalmente, felicidad. No el libro en sí, porque esta felicidad proviene de la cercanía con los lectores. Encuentro cada día personas con las que se crea un vínculo especial a través de sentimientos comunes que encuentran en mis poemas. Sus mensajes, compartiendo conmigo sus vivencias, impulsándome, animándome y regalándome su tiempo y sus historias personales son los que dan sentido a La culpa es de las musas. El formato físico, el libro, es la forma que adopta esa felicidad. Ese ‘es real, está pasando’. Así que me ha supuesto felicidad y motivos para seguir creyendo en mi ‘pequeño mundo de auténticos’ por todas las personas bonitas que me hacen descubrir mis pequeños poemas.

Tu blog, Detrás de la piel, muestra un pedacito de ti, ¿cómo nace esta idea?

El nombre viene de aquello sobre lo que escribo, lo que para mí es lo importante: lo que está ‘detrás de la piel’. La idea de crear el blog no es mía. Me faltaba seguridad y confianza para ello. Muchos amigos me lo habían sugerido, no por la poesía, porque no enseñaba mis poemas, pero sí por otros motivos. Me decidí tras la última historia sentimental que tuve. Nuestro mayor vínculo era la poesía. Le leí algún poema y me animó muchísimo. La historia terminó y yo creé el blog. No fue la historia más importante de mi vida, ni siquiera me llegué a enamorar, pero sí fue significativa. Aprendí que, a veces, hay cosas que deben acabar para que nazcan otras.

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¿Cómo crees que ha cambiado Internet la creación literaria?

Positivamente. Es cierto que la gratuidad del medio puede perjudicar la romántica idea de vivir de esta pasión o que te expone a una crítica fácil, pero creo que son muchísimos más los beneficios que aporta. Desde la cercanía con el lector, que para mí es vital y completa –en mi caso- el poema, a la visibilidad. Si bien ahora publica online muchísima gente gracias a estas facilidades y es difícil darse a conocer, al menos se tiene la oportunidad.

¿Qué supone estar más cerca de los lectores gracias a las redes? ¿Sientes ese feedback como una parte importante de tu papel como autora?

Es fundamental. Inspira, anima, llena. Cómo explicar lo que siento cuando algo que he tenido dentro llega a emocionar a otra persona… A veces, me dan las gracias y yo pienso: ‘¡Gracias a ti! Que has parado tu vida un momento para leerme, para sentir. Y encima tengo la suerte de que compartas conmigo eso que has sentido, de que te acerques a mí a corazón abierto’. Es un privilegio. Suelo decir que son mis ‘pequeños poemas’ los que encuentran a las grandes personas. Con la cercanía que tenemos, cada día estoy más segura de ello y de lo afortunada que soy por estar viviendo esto.

¿Qué diferencias crees que hay entre que las personas lean tus poemas por escrito y que los escuchen en tu voz? ¿Ves el acto de la lectura como parte de esa creación literaria?

Sí, es parte de la creación. Como he dicho antes, para mí el poema se completa con la lectura: cuando provoca o no una emoción en otro. La poesía se escribe sintiendo y se ha de leer de igual modo. Sean los sentimientos deseados o no, si no quema, no es.

En cuanto a leer los poemas o escucharlos, sí creo que hay diferencias. Por el medio en sí, no se interioriza ni se ‘vive’ del mismo modo un poema por escrito, cuya voz es la nuestra: nuestras pausas e inflexiones, nuestros tiempos, etc. Un poema mediante audio que abre otras posibilidades sensoriales al no requerir la vista y viene guiado por una voz externa que le infiere matices propios. O un poema que conocemos a través del autor en directo, que aúna todas las connotaciones que se desprendan de su interpretación, de su mirada, sus movimientos y otras formas de comunicación no verbal. Todas son válidas y todas pueden tener una gran fuerza. Cada una tiene su encanto y su momento. Como autora, prefiero el directo porque me une a ellos, porque me doy un poco más y los siento. Y porque me gusta mirar a los ojos cuando hablo desde ‘detrás de la piel’…

¿Qué autores y obras han sido tu apoyo e inspiración para llegar hasta aquí?

Desde los autores con los que hemos crecido entre letras, como Benedetti, Bécquer o Neruda, a autores que he ido descubriendo como Escandar Algeet, Loreto Sesma, Pablo Benavente, Irene G Punto, Elvira Sastre, Ernesto Pérez Vallejo, Irene X o Carlos Salem. A los cuatro primeros los conozco y son personas tan bonitas que no necesitan ni poesía para emocionar… Eso, para mí, son personas que inspiran.

¿Qué libros publicados recientemente de otros jóvenes autores recomendarías a dafy.?

Naufragio en la 338 de Loreto Sesma y Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo de Elvira Sastre.

¿Qué consejo le darías a un adolescente que está empezando a escribir?

Que no importa lo ‘pequeño’ que se sienta, hay personas que verán su grandeza. Que de valientes no es no tener miedo, sino, pese a ello, afrontarlo. Que sea auténtico, es la única forma de sentir, de emocionar y de ser feliz, lo demás es tracionar(se).

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Ana Martínez Bautista

Ana Martínez Bautista

Madrid, 1994. En la universidad, Estudios Semíticos e Islámicos. Fuera de ella, Corte y Confección. Hablando siempre de música y de arte. Alérgica a prácticamente todo y adicta a la ropa interior.

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