El tiempo no llama dos veces, pero nos cuelga tres.

No tengo miedo, pero vivo con la inseguridad de quien sabe
que en cualquier momento se le va a caer la casa encima.
Llevo demasiados escombros destiñendo la habitación
en el ventrículo izquierdo
de las torres que has ido derrumbando
y yo sigo estando hecha una ruina,
pero ahora sé mirarte a los ojos
y no llorar.

Todavía no has aprendido a pedir perdón
y ya pides que te dé las gracias
por nadar
cuando estás con el agua por los tobillos.
De haberlo querido me hubiera hecho la viva,
como el que espera que pase el verano
para morirse en otoño;
aunque por mi estación favorita ya sólo me pasa por encima el tren,
que eres tú.

Estoy en el mismo lugar en el que aparezco
cuando no me encuentro
y te busco cada día en las hojas
podridas
de un calendario cualquiera.
Sigo hablando de amor con la boca llena
y el estómago vacío de vomitar las mariposas,
que no son más que gusanos que sedan
sin que nadie quiera.

Ahora es demasiado pronto para que se nos haga tarde.

Me voy porque puedo elegir, y elijo irme.
Me voy porque pudiendo estar contigo y sin mí,
elijo quedarme conmigo
y echarte,
aunque sea de más,
en la distancia.

Para verte por dentro sólo necesitas cerrar los ojos,
y yo llevo mucho tiempo sin poder dormir.
Podría romperte a llorar sin pronunciar palabra
y diciéndote cómo besan todas las lágrimas que he llegado a conocer,
pero ya sólo queda el tiempo para no perderlo.
Lo malo de las despedidas es que te enseñan a irte sin hacerlo,
y ya son más de las doce

y ningún beso.

Lo que te estoy intentando decir es que intentes decirme algo
que por una vez no me destruya.
Que por una vez no lo destruya yo después.
Que tiremos al suelo la vida y le pisemos los pies a la muerte
como si en ello nos fuera la huida.
Que bailes conmigo la última canción antes de que suene,
antes de que nos haga quedar abrazados
y ya no podamos irnos solos a tener pesadillas.
Que me conjugaste con un vino, pero ahora me voy porque puedo.


Porque te quiero.

Porque me hieres.

COMPARTIR EN:

Cristina Pérez

Cristina Pérez

Más que pájaros, tengo un campo de minas en la cabeza.

Sigue la cultura

Suscríbete a nuestra newsletter para estar a la última en las noticias culturales de dafy.magazine

logo_iso_dafy_magazine_2022

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más entradas

Arte

Alas

«El vértigo había desaparecido. Sentí una embriaguez especial, una sensación no malsana de poder, y de dicha. Subía hasta alturas

Leer más »
Arte

Fiesta

Que sí, que somos los que cerramos los bares. Pero por dentro. Y el camarero deja de ser camarero para

Leer más »