Ojalá me busques entre tus cajones y no encuentres ninguna razón para volver.
Ojalá dolerte sea tan bonito como la recopilación de heridas que residen en mi.
Ojalá vivas con cuarenta y dos toneladas de miedos y una soga al cuello que te despierte a diario cargada de desprecio.
Ahora que estás solo, plantéate una huida vacía y acuérdate de cada mentira de nadie a ojos de todos, de cada suspiro atrapado por tus palabras y cada rugido redondo de humillación.
Recapacita y dime qué piensas hacer para enterrar este naufragio, cómo vas a mirarme si me ves una noche recorriendo kilómetros de otro, jugándome los pliegues de la falda a cara o cruz o bebiendo mayúsculas de otro nombre.
Despídete de la vida que nunca tuvimos,
de cada derrota en blanco y negro
y muérete por mí.
Autora del poema: Palomita Lubillo Fisac
Blog: Abre los ojos