el mapa de tu cuerpo
sobre la mesa,
lo he acariciado
para deshacerlo
de tantas arrugas.
Indecisa
he comenzado
por las austeras
zonas heladas
de tu norte,
he hundido
las manos
en la nieve
de tu pelo;
he acariciado
los acantilados
de tus ojos,
y he nadado
en sus mares
Bálticos.
Tras
el deshielo
hacia el centro
he avanzado,
te he escalado
y te he descendido,
he atravesado
tus Alpes
con mi lengua
y he aprendido
a usarla
en lugares
donde nunca
había estado,
desde este
de lado
a lado.
Y al final
después
de tanto esperar
he llegado
al sur de
tus costados,
al centro
del calor,
al Mar Mediterráneo;
te he re-corrido
cada isla
y en el vértice
de la última
península
me he hundido,
me he quemado,
y me he quedado.