The Master, un acercamiento al «American way of life»

The Master es una película de Paul Thomas Anderson estrenada en el 2012 que se enmarca en los inicios de la llamada Cienciología después de la Segunda Guerra Mundial. Es interesante ya de por sí el punto de partida del propio film, que nos sitúa en Estados Unidos (la victoriosa potencia y el modelo capitalista a seguir con su “American Way of life”) desde el fin de la Guerra, para narrarnos como incluso dentro de lo que llaman el ejemplo de vida americana, la nación no esconde más que una ambivalencia identitaria de su propio concepto, y de los personajes cuyo pasado es más opaco que sus comportamientos que están siempre en los límites de lo políticamente correcto. Por otro lado me parece que la película nos habla de esta crisis identitaria de dos formas, desde la perspectiva de un personaje alcohólico y al borde de lo moral, y por el contrario, el personaje encarnado por Seymour Hoffman, seguro de sí mismo, que trata de poner estabilidad dentro de las identidades, pero que no es más que una apariencia, una máscara que se desploma al hablar de verdades, y que caracteriza la tiranía del modelo social estadounidense. Y es que Estados Unidos, como bien refleja la película, se ha preocupado mucho por guiar a sus ciudadanos por el camino más justo y libre, pero en realidad lo que esconde es una falsa fachada que se derrumba cada vez que hablamos en profundidad sobre su sistema de valores. Claro es el ejemplo del modelo de vida hegemónico ofrecido por la publicidad de los años 50 al que bien se adecúan el padre de la Cienciología Lancaster Dodd, su mujer e hijos. Pero el film en vez de fomentar esa visión idealista sobre el modelo americano, nos descubre las fracturas que tienen esa pérdida de la identidad, y el férreo (pero inexistente) clavo de fe al que se adhieren todos sus ciudadanos.

Me parece indispensable hablar aquí de la caída o la quiebra de los valores que desde la Segunda Guerra mundial, hasta la llamada Posmodernidad hemos ido descubriendo. Y es que la masacre, la violencia, los intereses económicos más allá de la humanidad han quebrado toda posible identificación con el mundo. Como ya hemos citado, el capitalismo y su modelo de vida salieron en una posición hegemónica de la contienda, y su rápida recuperación económica venía de la mano de una rápida y poderosa industrialización, que estaba diseñando algo mucho más potente que la carrera armamentística, y es la sociedad de consumo. Los televisores pronto invadieron los hogares, e implantaron el modelo de vida a seguir, fueron los sustentadores de la ideología puramente americana. Y dio paso a la creciente hiperrealidad de la que se habla en las teorías posmodernas, y que en favor del proceso de globalización que implantaba una visión común de la sociedad, la gente se iba contorneando en torno a ese modelo, olvidando su propio yo, y más sumidos en las pantallas y en las ficciones que en la propia realidad que trataban de esconder.

Fotograma de la película The Master
Fotograma de la película The Master

Puede parecer baladí todo este comienzo del análisis de The master, pero es que mucho antes de que todo ese proceso tecnológico invadiese las vidas de los americanos y, por qué no, de todo el primer mundo, ya se trataba la ficción como algo con lo que guiar a las masas a través del caos y el miedo del mundo. Y es en este caso la cienciología o como se llama en el film: La causa.

Esta especie de religión (y lo llamo así porque se sigue sustentando sobre una especia de fe) es una disciplina que trata de descifrar las identidades y lo que somos en esta vida a través de una especie de hipnotización que te conduce a lo que fuiste en otra vida, y para poder dar una explicación al por qué de toda esa construcción del presente yo. Lancaster Dodd encarnado por Hoffman es el perfecto mesías de esta religión, con un carisma que prevalece a toda duda, pero que no hace más que ser una máscara ante lo azaroso y caótico de la vida. Él predica seguridad y certeza, cuando sabe perfectamente que en el mundo no hay ningún ápice de todo eso. Y es lo que en potencia refleja el film, y que se acerca mucho a la crítica del modelo americano.

Dodd decide experimentar con Freddie Quell un errante personaje, sin moral, alcohólico y excombatiente de la marina que vagabundea por el mundo sin propósito alguno, y que me parece uno de los más claros ejemplos de lo que se llama “personaje borderline”. Y es que Freddie Quell vive en los límites de lo social e incluso en los límites de sí mismo. Poco sabemos a cerca de su pasado (padre alcohólico, familia desestructurada, se acuesta con su tía), por lo que podemos entrever esa falta del modelo familiar y esa deriva en la falta de identidad y la falta de identificación con el mundo. Estos límites y excesos se reflejan de forma clara en el film, no solo con la puesta en escena, que en ocasiones le vemos tumbado al límite del barco, si no en las conductas puramente instintivas que tiene durante el film. Y dos son claramente las que más interesan a la hora de definir este personaje, y es el sexo, y la violencia. Freddie Quell es un personaje que ha perdido todo el sentido más allá del presenteísmo, de la inercia, de lo efímero. Ya no tiene objeto del deseo más que el propio acto de hacerlo y vive en ese limbo psicológico y sensorial. En cuanto a la violencia, la vemos encarnada dentro de la posible fundamentación de sus valores dentro de la marina, y en la propia Guerra, por lo es comprensible que Freddie no conozca más realidad que la de ser violento, el sexo, y el alcohol.

Fotograma de la película The Master
Fotograma de la película The Master

En sus encuentros con Dodd me parece muy interesante el tratamiento que el fundador de la causa hace del propio cuerpo de Freddie. Ya de por sí, las posturas al andar o las expresiones de la cara de Quell (interpretado de forma muy acertada por Phoenix) nos advierten de sus comportamientos, pero es Dodd el que juega (casi hasta llevarlo al extremo de lo inhumano) con la tensión corporal de Quell. Claro es el ejemplo y la escena clave del interrogatorio que Dodd le hace sin poder pestañear, y al que Quell se enfrenta como puro reto. El cuerpo de Quell, es síntoma de su monstruosidad (y llamo monstruosidad en este caso a lo que se sale de los límites de la ley), y es algo que está presente dentro del cine que hemos catalogado como posmoderno. El cuerpo, ha sido el gran olvidado de la posmodernidad, desde la trayectoria del propio cristianismo, que ha sublimado más el alma y la vida más allá despojada de los placeres corporales. La posmodernidad, entrará de lleno con esa ambivalencia entre el cuerpo y la mente, y será síntoma directo de las derivas identitarias de los personajes. Es el síntoma del exceso, de la herida, del sufrimiento, la violencia, incluso de la ausencia. Y en el caso de Quell es el ejemplo de esa quiebra de identidad. Como contrapunto sigue estando ese olvido del cuerpo en la religión que predica La causa, aunque sea el propio Dodd el que someta a esa tensión corporal a sus pacientes.

El tratamiento de los personajes, la contraposición de los extremos dentro de una misma sociedad (la americana) me parece muy interesante dentro del propio film, y reflejan o cuestionan a la perfección el porqué de la pérdida de la identidad, o el porqué de la máscara de la sociedad de consumo. Algo que también se ve en la comercial El caballero oscuro, siendo ésta una máscara literal, aunque conlleve otras premisas como el de que la falsa identidad sea el multimillonario Wayne y la verdadera naturaleza sea Batman. Otras crisis de identidad se han visto en las pantallas, como es la de Drive, otro personaje borderline y dividido en dos personalidades, vagando entre la violencia y el afecto. O la de Shame en los excesos corporales y sexuales. Y es que como hemos visto en Quell y en The master, muchos son los fantasmas que nos acechan y que determinan nuestras personalidades, pero algo que define claramente ese vagabundeo por el mundo es la ausencia, y lo más determinante, el relleno de ese vacío con violencia o ficciones. Algo que también se ve en el film del mismo director: Magnolia, que con sus diversas historias, ofrece un relato similar sobre las derivas de identidades que sufren los personajes, con un claro marco de fondo: Estados Unidos.

Fotograma de la película The Master
Fotograma de la película The Master

Por todo ello, el film The master me parece un relato acertado que se ancla en la posmodernidad y que refleja los antecedentes del porqué de nuestras derivas, ambivalencias. Creo que, aunque sea una paradoja que el propio film se inmiscuya dentro de la perspectiva consumista que tiene la industria cinematográfica y cultural estadounidense, es la forma de llegar a un público que sigue demandando más ficción de entretenimiento, que preguntas y respuestas al por qué de sus personalidades. Y es que el cine posmoderno, son imaginarios, pero es una experiencia de los límites, unos límites que es importante descubrir, no sólo como ejemplo sino como identificación. Porque el cine, al igual que el arte, sirvió para dar rienda suelta a todo lo que somos, y a explicarnos dentro de todas las posibilidades ficticias o no ficticias. Puede pecar de una perspectiva muy europeísta de la cultura, pero es que The master, con una estética muy americana, se podría posicionar dentro de ésta crítica o reivindicación de identidades.

Fotograma de la película The Master
Fotograma de la película The Master

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Paula López Montero

Paula López Montero

Nací en 1993, lo demás es historia

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