Yo no te buscaba.
No te buscaba y apareciste en medio de un campo de cadáveres carentes de corazón.
Apareciste en un espacio tiempo descontrolado donde no importaba ni quien, ni como, ni cuando; en este vórtice especial en el que mucho menos importaba la profundidad de la herida.
No te buscaba, y apareciste con paciencia y tesón, un antídoto frente a mi irracionalidad, un beso en mi nudillos sangrientos.
Aparcaste tus calmantes manos sobre mi pecho desbocado, chutándome esta tranquilidad ya olvidada.
Yo no te buscaba, y ahí estabas, regalando tiempo, acortando distancias, poniendo brazos por alas y corazón por reactor.
Yo no te buscaba.
Y sin embargo, ahora lo hago siempre que te levantas de mi lado.