
«1941
Queridísimo,
Me siento muy segura de que me estoy volviendo loca de nuevo. Siento que no podemos pasar por otra de esas etapas horribles. Y no debería recuperarme esta vez. Comienzo a escuchas voces y no me puedo concentrar. Así que estoy haciendo lo que parece ser la mejor opción. Tú me has dado toda la felicidad posible. Has estado conmigo en todas las situaciones en las que una persona puede estar. No creo que dos personas pudiesen estar más felices, hasta que esta terrible enfermedad llegó. Pero no puedo luchar más. Se que estoy arruinando tu vida, que sin mi podrías trabajar. Y lo sabrás. Verás que ni siquiera puedo escribir bien. No puedo leer. Lo único que puedo decir es que te debo toda la felicidad en mi vida. Quiero decírtelo, todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera salvarme, ese alguien serías tú. Todo me ha abandonado menos la certeza de que eres pura bondad. Y no puedo ir por ahí arruinando tu vida por más tiempo. No creo que dos personas hayan sido tan felices como lo hemos sido tú y yo. «
V.