Mis pulmones están remendados
con pedazos de canciones y de frases de libros que heredé de mi abuela.
Mis libretas han cicatrizado.
He visto tu pajarita negra flotar sobre una alcantarilla desbordada,
tu presencia está mojada
pegada al suelo
sin valor ni brillo.
Tu credibilidad ha sido atropellada por un taxi
en el que iba una embarazada a punto de darme a luz.
He renacido
vestida con un jersey
hecho con la lana de las ovejas que no me hace falta contar para quedarme dormida
ahora que te has ido
para siempre.
El tiempo a tu lado pasó tan rápido que me manchó de barro las gafas
y yo, sobre la acera, no sabía caminar si no era de tu mano.
Hasta que decidí soltarte
y el atropello me salvó la vida.
Hoy he decidido qué quiero ser de mayor: cartógrafa.
Trazaré mi planeta a imagen y semejanza de los que me cuidan
y borraré los confines a los que me llevaste sin provisiones.
Cuando termine de escribirte mi último poema
cogeré mi regadera de hojalata
y regaré las nuevas flores del jardín que no volverá a sentir tus pisotones.
No me importa que hayas abandonado el barco:
estoy desnuda pero puedo abrigarme con la bandera pirata.