Quizá vagabundo, quizá fantasma.

Cuántas almas vagan por esas calles sinuosas …
Cuántos corazones rodean las esquinas, se arrastran por las aceras, en busca de una razón.
Cuánta gente muerta en vida y cuánto ayer en este presente marchito, grisáceo, vacío …
Cuántos caminan a nuestro lado, suplicando atención, rozando nuestras manos, esperando una única mirada.
Pero ni siquiera eso puede ser mendigado …

Cuántas almas suplican una entrada al cielo, o por lo menos agarrarse a sus rejas y contemplar lo que está tan cerca pero no pueden alcanzar, ni siquiera por media fracción de segundo.
Y los demás caminan, ríen, besan …
Y los demás no son capaces de darles un céntimo apenas …
Continuan en la mentira de sus vidas, en las adicciones , en las guerras.
Si se fijaran en aquellas calles, si bajasen la mirada, puede que el mundo cambiara y esos sabios, esos corazones en llamas, llegarían mucho más allá de ese cielo soñado, a ese estado sin reglas llamado felicidad.

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