Ella es una nube
en mi pecho
de las que no traen días grises.
Le encantan las alturas,
el vértigo,
y la sensación de dejarse llevar
como si la vida no fuera con ella.
A menudo grita, estalla
baja y desaparece.
Vuelve; vuela.
Se va,
o aparece.
Le gustan los paisajes tristes,
por eso me acompaña
allá donde la busco
sin saber
que cuando la encuentro
no me tengo.
Me pierdo.
Pero eso me da igual,
ella lo sabe todo,
me conoció incluso antes
de que yo lo hiciera.
Me sonrió,
se quedó dentro de mí.
Y desde entonces:
allá donde voy,
viene ella conmigo.