Empiezo desde cero cada septiembre como quien muda la piel
por no poder mudar el alma.
Comienzo en soledad rodeada de este gentío que grita
porque también siente el hastío del otoño,
de sus hojas secas,
de la lluvia y el humo.
Ellos también sienten la soledad,
este bucle de inanición
que a nadie mata y por la que todos mueren,
que para mí
son hojas manchadas de tinta,
y lluvia y humo en las entrañas.