Ya no vivo en tus abrazos.
Una orden de desahucio
me grita en tus ojos callados
ahora vacíos de todo aquel universo
que desorbitaba mis galaxias.
Ya no pertenezco a ese hogar
que inventó tu piel
al caminar de mi lengua
mientras soñaban nuestros pies descalzos
con inventar otra tierra.
Ya no sé qué significado
tiene la palabra casa
si tú me has abierto en canal
el corazón
con unas tenazas
y me has invitado a salir
por la puerta.
Ya no tengo escapatoria:
hay un cartel en tu boca
que se acerca a mis mejillas,
escupiendo palabras despiadadas
que dejan huérfana
a mi mirada.
Y apenas puedo confesarte
que yo lo que nunca quise
fue el desalojo inminente
de todo tu humano
que imaginé habitando mi vientre
con alas de mariposa.