La Gran Belleza

“Termina siempre así con la muerte, pero antes hubo vida, escondida debajo, bla bla bla, y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido, el silencio, el sentimiento, la emoción y el miedo, los demacrados caprichosos destellos de la belleza y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable, todo sepultado bajo la vergüenza de estar en el mundo, bla bla, más allá esta el mas allá, yo no me ocupo del más allá por tanto que esta novela de comienzo. En el fondo es sólo un truco(Fragmento final de Gep Gambardella, La Gran Belleza)

De juegos de espejismos, del murmullo que nada dice y mucho habla, de la muerte como redención y sentido, de la vida como pasado glorioso, como aquel preciado jardín que nos da una bofetada de nostalgia cada vez que lo pensamos. Hoy son el miedo, emociones vertiginosas que acaban con un Gin-tonic, o un Martini a la italiana, son sensaciones frágiles, superfluas, nihilistas que aportan fugaces momentos de sentido, pero luego vuelve la realidad. Y la vergüenza reprimida ¿quiénes somos? ¿hacia dónde vamos? Todo ello tratando de darle explicación bajo los paradigmas del arte, un arte que se ha vuelto impensable como la realidad, que se esconde entre los vaivenes de una filosofía indescifrable para no destapar y decir claramente que nos hemos confundido de camino.

Es una pequeña reflexión que me vino al acabar de ver La Gran Belleza, y a través de ése párrafo final que Gep Gambardella pronuncia interpelando la conciencia de los espectadores. El truco… todo es un truco: el arte, el lenguaje, la música, incluso nosotros mismos, porque la vida la hemos escondido debajo. ¿Acaso Freud ya no desveló la histeria burguesa? ¿Y qué somos en Occidente más que burgueses reprimidos vestidos de petróleo y piel? Pero antes hubo vida si… quizá sea nuestra concepción lineal del tiempo lo que nos haga sentir una pesadumbre, esa nostalgia por lo que fuimos y ya no seremos. Pero es que fuimos grandes, y construimos una Gran Belleza.

Fotograma La Gran Belleza -1
Fotograma La Gran Belleza – 1

Sin duda no podía ser de otra forma que Sorrentino e Italia, pero con ella englobo a todas las culturas mediterráneas (Egipto, Mesopotamia, Grecia y España) en las que el peso del pasado hacen una huella profunda a la hora de pensar nuestro presente y futuro. La Gran Belleza puede parecer una historia simple: los delirios de un escritor en el atardecer de su vida. Pero Gep Gambardella no es un escritor cualquiera, es más, no es un escritor, es una cabeza pensante que da voz a la decadencia de la sociedad, y nos hace reflexionar sobre la máscara, sobre el espejo, el vértigo y la mentira en una sociedad donde poco queda que rascar.

De telón la bella Italia cercana a la Dolce Vita, monumentos magníficos, esplendorosos desde una ático de alto standing, fiestas desenfrenadas donde dar rienda suelta a la líbido y poder preguntarse de resaca al día siguiente ¿qué cojones somos?

Adelanto que es un análisis arduo, una crítica que versa más sobre cuestiones filosóficas que sobre el propio largometraje, pero es que, teñido de esa metáfora del arte como artificio, La Gran Belleza es estéticamente perfecta, pero recubre un nihilismo y un vacío que es más interesante incluso que la gloria de Da vinci, Bernini o Borromini.

Sin duda, pensando en éste diálogo que plantea Sorrentino me vino a la mente esa idea que tenía Flaubert de hacer un libro sobre la nada. ¿Se podría hacer lo mismo con una obra cinematográfica? Está claro que se pueden decir muchas más cosas con ese concepto que tratando de rellenar una vida con mentiras. Partimos de la base de ¿qué es la existencia vacío o sentido? Y de telón quién podría estar más que el mismo Aristóteles o Heráclito si nos ponemos. Proust y su búsqueda del tiempo perdido. Cervantes entre los delirios de la ficción.

Fotograma La Gran Belleza -2
Fotograma La Gran Belleza – 2

Varios son los momentos que me impactaron: La niña bajo una gran expectación, un público sediento de excentricidades y sensacionalismo, buscando en la inocencia de la niñez algún que otro desvarío que poder poner en el salón y llamarlo arte. Y esa necesidad de crear algo que sea más grandioso que el pasado nos hace estar en constante desesperanza. La rabia es el motor del arte contemporáneo, obligados por nuestros antepasado a crear algo que signifique algo poderoso. Niños hoy en día obligados a comprender lo que es la vida tras una perspectiva fallida, siguiendo los railes carcomidos de una sociedad que sólo se dirige con el exceso hacia la muerte. A mi no me suena muy lejano de la factoría Disney.

Fotograma La Gran Belleza -3
Fotograma La Gran Belleza – 3

Una artista desnuda, con el rostro tapado, empotrando su rostro y su cuerpo frágil con el pasado metaforizado con ese gran acueducto. Corremos ciegos y desnudos, en el punto de mira siempre de la sociedad que todo lo analiza, todo lo controla, dándonos siempre con el mismo muro impenetrable: el pasado.

La fotografía. Máquinas de fotos controladas por otras máquinas ( y sin pecar de racismo, que para nada lo es) aquellos asiáticos viendo la realidad a través de una Canon nosecuantos mil euros de buena. Benjamin ya habló de lo mismo en la era del arte en su reproductibilidad técnica. La pérdida del aura, del momento que se embalsama y queda contenido en un carrete, para ver lo que viste a través de una cámara en el 90. La vida, se queda siempre fuera de una máquina de fotos, creedme.

La Religión. El momento de Sor María en el ático, cuando concluye: “Las raíces son importantes”. Y sopla a una cámara, alma del espectador y sobrevuela como pájaros por el atardecer de una gran Roma. Y me lleva a reflexionar sobre eso de “la pobreza no se cuenta, se vive”. Y de cómo la religión ha creado toda una doctrina que se ha convertido en una ley más, aquella constitución que no te lees pero que sabes que está ahí y en torno a ella se organiza la sociedad, ¡y es un libro! A lo que añado, gracias a Gambardella: La vida no se escribe, ni se cuenta, ni se fotografía, se vive.

Fotograma La Gran Belleza -4
Fotograma La Gran Belleza -4

Y en definitiva, y para quien se haya leído este tostón nihilista, en el que mucho he dicho y nada he concluido (la respuesta a la vida sigue flotando por ahí), La Gran Belleza habla de cómo la grandeza pasada eclipsa el presente, de cómo la vergüenza por ser hijos de la guerra no nos hace avanzar, de que todo ello hace de la Posmodernidad un relato lleno de miedo y de hombres que andan perdidos por el vacío. Pero hay que encontrar la belleza, que ya no es exterior, ni un relato de fe, sino que todo es un truco para hacernos sentir así. El cine es un truco, la guerra es un truco (comienza el film con el punto de mira de un cañón), sólo nosotros podemos vivir y dejar de contar, sólo nosotros podemos aprender de las raíces y de los imperios romano, griego y volver a hacer de ésta novela una gran historia que merezca la pena.

Y me quedan mil cosas que mencionar, y en ese pequeño altar que es mi estantería guardo La Gran Belleza con las otras Odas a la filosofía, pensamiento y arte, para otro tiempo en el que seguir escribiendo y no viviendo, como buenos tiempos posmodernos en los que vivimos. Gran película.

Fotograma La Gran Belleza -5
Fotograma La Gran Belleza – 5

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Paula López Montero

Paula López Montero

Nací en 1993, lo demás es historia

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