Fiesta

Que sí,

que somos los que cerramos los bares.

Pero por dentro.

Y el camarero deja de ser camarero

para ser el colega

con quien intercambiabas apuntes

en tercero de carrera.

 

También somos los que  levantamos faldas

sin aviso

buscando buenas vistas;

en eso no nos diferenciamos tanto del viento.

 

Bebemos sin tener sed.

Nos comemos sin tener hambre.

Y nos echamos de menos

sin habernos tenido nunca.

 

Llamamos ‘fiesta’ a emborracharnos,

pero no a enamorarnos.

Ni a desenamorarnos.

 

Somos los que arrasan corazones,

como un tornado

un huracán

un terremoto de magnitud 80

en no sé qué escala.

O escalera,

por donde bajamos de dos en dos

si quien llama a la puerta

es el cartero

con un paquete

de un remitente al que besaste en mayo.

 

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Nerea Delgado

Nerea Delgado

Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

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