Tengo la inmensa suerte de trabajar rodeado de músicos y poetas, de vivir de cerca conciertos y recitales… siempre aprendo y disfruto en cada uno de ellos, ya sea dentro o fuera del escenario.
Podríamos caer en el cliché de decir que todo tiempo pasado fue mejor, pero en mi opinión, a pesar de la crisis en la que vivimos, la escena cultural madrileña goza de muy buena salud. El número de cafés y bares-concierto ha aumentado en los últimos años debido a la gran oferta poético-musical y el interés del público. Hace diez años era impensable imaginar un local lleno de gente joven «sólo» para escuchar poesía, me parece algo realmente hermoso y esperanzador.
Gracias a la universalización de las vías de expresión a través de internet tenemos oportunidad de conocer gran número de propuestas culturales… sí es cierto que no todas de la misma calidad, aunque basta con buscar para encontrar proyectos que realmente merezcan la pena. El fenómeno Elvira Sastre es un claro ejemplo de gran éxito editorial partiendo de la red.
No quiero dejar de mencionar la gran labor que desde hace un par de años llevan a cabo los micros abiertos (La Fídula, Libertad 8 o la iniciativa «Música por la voluntad») en los que una vez a la semana se reúnen músicos y poetas de todo tipo para compartir su arte con compañeros y público, en los que he tenido -y tengo- el gusto de participar a menudo.
Puede que peque de un exceso de optimismo… es cierto que no todo siempre es un camino de rosas, y siento que este tipo de eventos deberían tener una mayor cobertura por parte de los grandes medios y algún tipo de apoyo o financiación pública, pero en definitiva creo que avanzamos en positivo y vivimos un buen momento para la música en directo y los recitales de poesía, al menos así lo percibo como público y como creador.
Escrito por Manu Míguez.
Fotografía de cabecera: Laura Rebollo («Aletheia»)
