Ya está:
ya se ha ido.
Hace tiempo, de hecho.
Ya no le siento,
ni le quiero,
ni espero que un día vuelva.
Ya todo él se reduce a un «ha sido»
porque no es,
más bien fue
y se fue por donde vino.
Pero es ahora cuando siento que se ha ido,
cuando el futuro me arranca de nuevo con ganas
el embalaje que me envuelve
y me explota,
entretenido y juguetón,
las burbujas de plástico que me protegen
y en las que me he convertido.
Vivo aislado del amor que creí que me ofrecía;
también del que otros me podían haber ofrecido.
Él se lo llevó todo
y me dejó solo en el desierto
mendigando estrellas.
Él me mintió,
y se traicionó a sí mismo
siendo un simple despojo
de lo que un día creí
que tantas noches era.
Pero aún así lo admito:
fue bonito.
Claro que fue bonito,
pero porque yo me vestí de fiesta,
porque yo fui aire cargado de oxígeno,
porque yo bailé con sus monstruos,
porque yo lo hice bonito.
Fue bonito.
O, qué leches,
fue,
y punto y aparte,
que no seguido.
Y ya solo será recuerdo,
cicatriz en el pecho,
pasado vivido.
Fotografía: Luis SH (Luissh Photos)