Él tenía un amor en cada puerto,
lo que no sabía era que ella tenía uno en cada barco.
Debería decidirme,
o chica triste que sufre porque no la quieren,
o chica libre que juega a que la quieran un rato.
Rompecorazones o corazón roto.
Golfa o romántica.
Ser la princesa modelo que todos querrían presentarle a sus padres,
o la puta sin escrúpulos que todos sueñan con follarse al menos una vez.
Pero prefiero ser yo.
Etiquetar es etiquetarse.
Entre esa puta y esa princesa hay un sinfín de chicas soñando que las
conozcan.
Estoy cansada de esa gente que cree que por no haber tenido nada «de
verdad»,
es porque no tienes corazón,
(quizás es porque me sobra).
Como si se midiera el amor por el compromiso o la estabilidad.
A las historias que marcan no hace falta ponerle nombre,
como a los gatos.
Dije tantas veces «vístete»,
por no decir «te quiero».
Sabe más el diablo por haber tenido historias de mierda,
que por viejo.
Quizás merece la pena morir tantas veces,
con tal de que te curen una.
No sé.
Teníamos que haber perdido el sentido y no la guerra.
Pero no.
Ahora dame una tregua,
voy a hacer todo lo que esté en mi mano
para dejar de estar en las tuyas.
Lo que yo quiero,
corazón cobarde,
es que te mueras.