Seguro que todos nos hemos preguntado alguna vez cuáles son los requisitos para ser una persona normal, si algo que estamos haciendo nos distingue de los demás o nos integra, si nos alejamos demasiado de lo extraordinario y nos quedamos en vulgares humanos. Precisamente esta es la base del primer largometraje dirigido por Leticia Dolera, quien protagoniza la historia de María de las Montañas con una elasticidad interpretativa que ya querrían tener muchos actores españoles.
Al otro lado del camino se encuentra Borja, interpretado sutilmente por Manuel Burque, un simpático pelirrojo gallego que llegó a engordar 15 kilos para su papel en la película. María de las Montañas y Borja forman una de las parejas de amigos más alocada y lejos de la normalidad que podamos ver en pantalla grande. La fórmula de contraposiciones funciona estupendamente entre dos personajes a los que el público enseguida quiere acercarse.
Requisitos para ser una persona normal tiene un espíritu joven y aventurero, diseñado especialmente para atrevernos a cuestionarnos nuestras propias vidas. Casa, trabajo, pareja, familia, aficiones y vida social parecen ser algunas de las condiciones para ser una persona normal y además feliz. Pero nos autoengañamos si deseamos tener todos estos requisitos en nuestra vida o al menos es lo que nos quiere enseñar Dolera con su ópera prima.
Con una luz fresca, que nos permite soñar con una situación mejor, y con unas conversaciones muy fluidas, con grandes y estupendas reflexiones sobre estar enamorado y compararlo con ser un gnomo o conocer más de cerca lo que es un horno holandés, María de las Montañas nos va enseñando poco a poco su entorno más cercano, de manera original en cuanto a los colores y a los olores que casi llegamos a tener en la sala del cine. Además, las miradas constantes y los diálogos directos con la cámara –hacia el público – son aspectos llamativos en los que fijarse por intentar mantener un guiño divertido y original con el espectador.
Basada muchas veces en estereotipos, no faltan las críticas mordaces a aspectos sociales entre gin-tonics, galerías de arte sobrepasadas de contemporaneidad y citas a ciegas con guaperas de turno. Todo funciona entre risas pero Dolera ha pecado por no arriesgarse a mostrar dramas en una película que huye constantemente del dolor expuesto para pintarlo con sonrisas y alguna lágrima. De cualquier manera, no querer ahondar en los asuntos más peliagudos, como los de una familia con un pasado oscuro o una crisis embalsamada en la que parecemos flotar todos los jóvenes de este país, no significa que el ritmo no funcione.
Los cinco premios conseguidos en el pasado Festival de Málaga – entre ellos la biznaga de plata a la mejor guionista novel – le han dado a esta joven directora quizás las alas suficientes para echar a volar. Después de recordarla en la mítica serie Al salir de clase y de participar en conocidos títulos cinematográficos como Semen, una historia de amor, De tu ventana a la mía o [•REC] ³: Génesis, ahora ha demostrado tener también mucho arte para escribir, dirigir y protagonizar una historia que apela a la actualidad a través de unos personajes que intentan huir de una realidad de la que necesitamos reírnos.
Requisitos para ser una persona normal se presenta en forma de terapia cinematográfica para que cada uno podamos escoger las palabras que queramos lanzar y espantar nuestros propios miedos. Quizás la normalidad se base en oponerse a lo establecido, en atrevernos a hablar y a sentir, lejos de las influencias cotidianas, o en encontrar a alguien que nos haga entender que no somos normales.
