Lo sé.
Asumo la responsabilidad de la herida.
La culpa fue mía por atar los cordones antes de subirte el pantalón.
Por coser con prisas el remiendo que hicimos aquella noche.
Por no saber ver en aquella oscuridad y no atinar en ninguna de tus cicatrices.
Qué voy a saber yo de curar heridas,
si aún me sangra el recuerdo.
Dejé las facturas sin pagar, el grifo del invierno abierto y el amor sin hacer.
Como quien se asoma a un puente y ve reflejado un cadáver sobre el río.
La muerte es el sumidero de la vida,
Y yo ya voy sin frenos.
Lo sé.
Asumo la responsabilidad del caos.
Del ruido sordo que produce el portazo cuando lo esperas y al otro lado sólo escuchas pasos
(Que se alejan)
deojando muda a la nostalgia, somnolienta a la almohada,
Desbandados a todos los pájaros que anidaban en mi cabeza.
Como si vivir de por sí
no fuera suficiente.
Ahora recojo el silencio inerte,
Ahogo el vacío entre los dedos,
Aprieto fuerte,
Se me escurre entre los huecos
El tiempo muerto
El amor ausente.
Jamás aprendí a perder,
por eso dejé de buscarte.