No sé bien si esto lo he vivido o lo he soñado
-esa era mi fea costumbre contigo-,
pero hace ya un tiempo que todo esto
me parece una mala pesadilla.
Podría mentirte igual que mentí a otras
cuando te escribía a ti y decirte
que este es el último vómito con un poco de olor familiar.
Hueles a margaritas, nunca te lo dije,
siempre estaba con eso de cómo suenas
o a qué sabes,
pero desde que lavaste toda mi ropa antes de devolvérmela
no paro de recordar cómo hueles.
Cuando te marchaste te cambiaron por un huracán.
No puedo evitar notar un pellizco de sutil ironía en todo esto.
Hoy leí una frase: ‘Tengo el destino en modo aleatorio’
supongo que me siento un poco así,
me he tirado diez años girando en torno a un mismo sol,
y ya ves, se me da fatal cambiar de órbita.
Me siento como en mitad de la resaca de la mujer de mi vida,
pero yo ¿Qué coño voy a saber de ausencias?
si no soy ni mío, cómo voy a ser de alguien.
La verdad es que llevo borracho desde aquel día
y me baso en agotar todas las fichas en una sola carta:
Olvidar tu nombre antes que el mío al emborracharme.
Te aseguro que siento,
y que lo siento.
Déjame explicarme:
equivocarme siempre ha estado entre mis planes.
Era contigo con quién no contaba.