Regañina al amor de una vida

Pero cómo no te voy a querer
si me enterneces la coraza,
si haces del verano, nieve;
cursis mis domingos;
temerarios a mis pies de plomo;
guapa a mí.
Cómo no voy a quererte,
si eres, de la lluvia, el niño que saca la lengua;
el guiño de ojos claros a los rayos de sol;
las ganas de tormenta después de la tormenta.

Cómo no voy a deletrearte,
si además de tener las manos bonitas,
entiendes de ortografía.
Cómo no leerte entre líneas y del tirón.
Cómo no releerte.

Cómo, explícame, no voy a dibujar tu nombre
en el aire
cada vez que balanceo los pies
sentadita en tu cama
esperando a que vuelvas de la cocina
oliendo a tostadas,
oliendo a hambre de boca con boca.
Cómo no voy a besarte después,
si sabes a mandarinas en agosto;
a playa del sur en noviembre;
a no tener que madrugar nunca más.

Cómo quieres que no se me ocurra imaginarte,
si eres, entre todos los colores,
el que hasta un daltónico reconocería.
Cómo quieres que me atreva a no pensarte, vida,
si se la das hasta al lazo de mi pelo,
hasta al vuelo de mis faldas,
hasta a mí cuando te digo
que me la quitas.

Pero cómo, dime, no te voy a querer
si más que piedra, caminante o camino,
eres vehículo.
Cómo, entonces, no voy a quererte,
si más que válvula de escape,
serías músculo cardíaco.

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Cristina Pérez

Cristina Pérez

Más que pájaros, tengo un campo de minas en la cabeza.

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