El que tiene boca se equivoca de boca, traga palabras y aprieta los dientes. Sucumbe a escribir lo que debería escupir y escupe todo lo que desacredite lo que ha escrito, porque ni él mismo se entiende. Yo podría ser él, y tú y todos ellos. Vivo en un vacío intermitente que sólo lleno con confusión y algo de paciencia. Me cubro de invisibilidad y me desnudo de ella sólo cuando la soledad del gentío me abruma, pero nunca hay nadie y sé que quieren; soy de mirar a los ojos, de abrazar con todo lo que tengo y de abrir la nevera descalza por si vuelvo a llorar. No he encontrado la fórmula mágica que permita renunciar a alguien sin tener que darle la espalda al corazón.
Y hablando de corazones, me he hecho un corte en cada arteria para que salga todo el humo que tragué en el último beso. Ese de cuando me equivoqué de boca.