He visto la primera y he subido.
Poco a poco, como siempre hacía con las cerezas en los árboles de casa, las he recogido una a una.
Cada una de ellas diferente, cada pétalo perfecto, cada guiño silente, cada esquina delicada.
Di gracias a la noche por sus frutos. Y gracias a la luna por su luz.
María Rosa Serdio González
A quienes esperaban mi descenso les diré que mañana, cuando haya acopiado los destellos, bajaré del azul sembrando una estrella en cada almohada.
En alguna habrá dos. Y serán necesarias.«